SUEÑOS Y PAN, de Luis (SOTO) Muñoz

Llevo mucho tiempo diciéndolo a todo el que quiera escucharme, en entradas del blog, en reseñas, en conversaciones con familia y amigos, y lo repetiré las veces que haga falta, porque estoy convencido de ello, y porque creo que es algo de lo que deberían irse convenciendo muchas personas de mi generación: hace ya bastantes años que aprendo mucho más yo de mi hijo, que mi hijo de mí. 

Sobre este punto, que es una de las poquísimas cosas que tengo muy claras, he mantenido discusiones con gente que no admite, bien por soberbia, por falta de humildad, o por una simple falta de criterio, que eso pueda ser así. "La experiencia es un grado", "no han pasado por lo que hemos pasado nosotros", "no están preparados", "no tienen ambición"... El discurso siempre es el mismo, pero los hechos nos demuestran, en muchos, muchísimos casos, que esto no es verdad.

Y uno de esos casos, y además muy claramente, por su contundencia, se ha producido el lunes 20 de mayo con la proyección en los Zoco de Majadahonda de "Sueños y pan", una película de Luis (Soto) Muñoz, cordobés de 24 años que ha creado una gran obra.

Luis Buñuel nació en 1900. Filmó "Los olvidados" en 1950, con 50 años. Carlos Saura fue mas precoz cuando filmó "Los golfos" en 1962. Tenía 30 años. Soto nació en el año 2000 (curioso, 100 años después que Buñuel), y ha rodado "Sueños y pan" con 23 años. Su película bebe directamente de las otras dos, y a mi juicio, las supera. Ya desde los mismos créditos, y sobre todo desde esa imagen en diagonal (las diagonales, presentes y perfectas en muchas escenas de la película) del tendido eléctrico, el cielo plomizo y el sonido de un avión, tuve la sensación de estar viendo algo muy interesante.

"Vivir en un ambiente es precioso cuando el alma está en otra parte. 
En la ciudad cuando uno sueña del campo, 
en el campo cuando uno sueña de la ciudad. 
En todas partes cuando sueñas del mar". 

Esta frase de Pavese aparece al principio, y es el sonido del mar que Javi y Dani escuchan al final lo que cierra el círculo, la Sinfonía de la vida a la que hemos asistido. En un ejercicio de neorrealismo moderno que nos trae también a la memoria títulos como "Surcos", "Shadows" o "Malas calles", Soto nos sumerge de lleno en el mundo de cuatro personajes agobiados por lo que les rodea, pero que sobreviven, y sobre todo viven, gracias a la enorme potencia de la amistad que les une, y que ha creado un vínculo entre ellos (los mencionados Javi y Dani, y Sara y su hijo Carlitos) más fuerte que el de muchas familias convencionales.

 

Soto ha huido de extremismos, de exageraciones, de las truculencias de ese cine quinqui en el que alguien, a mi juicio erróneamente, ha encuadrado la película. "Sueños y pan" es mucho más que cine quinqui. Es cine testimonial, neorrealismo, nouvelle vague, existencialismo, cine denuncia, western, y todos otros muchos géneros que Soto ha mamado en sus pocos años con mucha más intensidad de lo que algunos de nosotros lo hemos hecho en toda una vida, por muchas películas que hayamos podido ver. El joven director ha absorbido perfectamente la esencia de Godard, de Truffaut, de Cassavettes. Los homenajes a sus maestros son continuos, desde Hitchcok hasta Welles y su obra maestra, "Ciudadano Kane". En una escena de enorme dramatismo, el ojo de Sara nos recuerda "Un perro andaluz". Cada plano, cada fotograma, se podría extraer para enmarcar, tal es la belleza de los encuadres, de los ángulos, de las sombras y las luces. Javi y Dani bailan continuamente con los lobos, refugiados en su incombustible sentido del humor y en esa fuerza de la amistad ya mencionada.

Soto hizo una referencia en el coloquio que me encantó.  Habló de los estados liminales, zonas de tránsito que rodean a las ciudades pero en los que nadie se queda. Autopistas, carreteras, las vías del tren cercanas a Atocha... Javi y Dani frecuentan esos lugares, permanecen en ellos, y reflexionan en ellos sobre la manera correcta de comer pipas o escupir lo más lejos posible. Ríen y juegan como niños al tiempo que hacen planes para resolver las complicadas circunstancias de Sara y Carlitos. Dani, maravillosamente interpretado por George Steane, es capaz de cambiar de registro al instante, pasando del histrionismo de Johnny Boy (personaje interpretado por Robert de Niro en "Malas calles"), a la madurez y el compromiso de Oskar Werner en "Jules et Jim".


"Out of the blue", "París Texas", los cuadros de Hopper, la angustia de Pollock... Las referencias son interminables. En un destello delirante de mi cerebro me imaginé al pobre Soto atado a una silla desde los cinco años, con el mismo artilugio en los ojos que el protagonista de "La naranja mecánica", contemplando sin parar todo el cine que de manera consciente o inconsciente aparece en "Sueños y pan". Cuando ya había terminado el coloquio, la persona que me acompañó se había quedado con dos preguntas en el tintero: como se había elegido la música, espectacular ("Pasión gamberra", en especial), y de quién eran los dibujos que aparecían cuando la voz en off de Carlitos contribuía a aligerar y suavizar la dureza de la trama.

Me sorprendió muy agradablemente la elegancia y la educación, y sobre todo la enorme paciencia, que mostraron Soto y George ante los comentarios de algunos espectadores en el sentido del desolador panorama de la juventud actual, de la hipotética inexistencia en ciertos lugares de algunos de los escenarios que se muestran, de la desestructuración de la hipotética familia que conforman los cuatro personajes principales... Me resultó muy entrañable, y muy revelador, que los jóvenes, capaces de crear esa obra maestra, contestaran a todos con humildad, pero con contundencia y argumentos. Me remito de nuevo a lo que dije al principio, algo que se corroboró con creces: estoy seguro de que con todo nuestro bagaje, nuestra mochila, nuestra experiencia o nuestra cultura, aprendimos sin embargo muchísimo más nosotros de Soto y de George (quien mantenga la mente abierta y esté dispuesto a aprender, por supuesto), que ellos de nosotros.

Muchas gracias como siempre a los Cines Zoco de Majadahonda por programar el evento, y a Jesús Escudero por lad fotografías.

Comentarios

  1. Magnifica descripción y reflexión sobre el evento por un cineasta con una memoria de categoría e inmejorable pluma.Nos invita a dar un valor distinto a la película,del que algunos dimos en su momento.Es muy importante que algunas películas nos pillen a cada uno
    en el momento y mente adecuados.

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    1. Muchas gracias por el comentario, Guillermo. Aunque la verdad es que no soy cineasta. Ni siquiera me considero cinéfilo. Simplemente me encanta el cine desde que era un crío. Pasar la tarde en un cine de barrio con programa doble siempre era un regalo para mí, y de aquello viene lo de ahora, lo de siempre. Tienes razón, es importante entrar en la pelicula con la cabeza dispuesta a hacerlo. Si no es así, no hay nada que hacer. Gracias!!

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