MASPALOMAS, de Jose Mari Goenaga y Aitor Arregui
Ya nos atrajo el trailer desde el primer momento, con esa estética setentera, el colorido, la luz... El cartel también prometía, y que la hicieran los mismos que "La trinchera infinita" fue la razón definitiva por la que decidimos ir a verla. Al ver que los del Zoco habían invitado a los directores,ya no nos quedó ninguna duda. Blanco y en botella, como se suele decir.
No nos equivocamos.
"Maspalomas" es un
ejercicio arriesgado, duro, inquietante. Conozco a muchas, muchísimas personas
(más de las que me gustaría conocer) que se levantarán de la butaca y saldrán
del cine escandalizados a los pocos minutos de empezar la película. El trailer
apunta, insinúa esas escenas, pero no de una manera tan explícita. El color, la
música, el sol, las situaciones...Cuando ya te has metido en faena, todo eso
cambia de repente, y te zambulles de golpe en la frialdad, la tristeza y la
atmósfera gris oscura, casi negra, de una residencias de ancianos de San
Sebastián.
José Mari Goenaga, creador de
"Maspalomas" y director de la misma junto con Aitor Aguirre, dijo en
el coloquio "se habla poco de la sexualidad de las personas mayores".
La realidad es que se habla poco de las personas mayores, y mucho menos de las
que viven en una residencia de ancianos. No cuesta nada imaginar el dolor, la
tragedia que tiene que suponer para una persona como Vicente abandonar
forzosamente el ambiente luminoso de Maspalomas, sustituyéndolo por un lugar a
priori hostil, por la sencilla razón de que tiene que volver a meterse en un
armario del que había salido veinticinco años antes.
Pero "Maspalomas" no nos
cuenta únicamente la historia de Vicente, su esfuerzo para ocultarse a los ojos
de un entorno que supone agresivo para él. La película habla de otras muchas
cosas, con una sensibilidad tan cercana a la del espectador que la hace
atractiva desde el primer minuto. Habla por ejemplo de la dignidad que
reivindican las personas mayores y que rara vez se les presta en residencias y
hospitales (me vino a la memoria una ocasión en la que mi padre se cabreó con
una enfermera porque no dejaba de llamarle "corazón" cada vez que le
veía). Habla también de esa costumbre que tienen muchas personas de mostrar en
la primera frase su tendencia ideológica (casi siempre del mismo signo, lamento
decirlo), sin reflexionar un segundo sobre la posibilidad de que su oyente no
comulgue con sus ideas. Habla de la reconciliación, de la resignación, de la
paciencia de una hija que tiene que volver a recoger una toalla que había
tirado mucho tiempo atrás. Habla de la amistad, del cariño, de la empatía y de
las ganas de vivir. Todo ello a través de unos personajes reales, humanos, con
sus luces y sus sombras, muy alejados de esa filosofía cinematográfica
norteamericana de buenos claramente buenos y malos malísimos desde el principio
hasta el final. No, para nada. El cine de Moriarti es un cine de matices, y hay
momentos en la película, muchos, en los que cuando crees que te has enamorado
de Vicente, te sale con una patochada que te tira de espaldas.
No hay lugar para los clichés, los
tópicos de siempre. Todos los personajes evolucionan y se mueven, mutan, ríen,
lloran y viven, en definitiva, en una historia tan dura, real y atractiva como
la que vive día a día cada uno de nosotros, y creo que esa es la razón por la
que nos gustó.
Los actores son enormes. Recordaba
muy vagamente a José Ramón Soroiz (Vicente), sin poder ubicarlo hasta que Aitor
aclaró en el coloquio que había interpretado a él "chato" en
"Patria". Su interpretación de Vicente es de las mejores que he visto
en mucho tiempo. Impresionantes también Nagore Aramburu como Nerea, la hija, y
Cándido Uranga como Xanti. Todos ellos transmiten sentimientos de una manera
tan natural que en ocasiones piensas que no estás en el cine, sino al lado de
ellos.
A título personal, decir que me han
encantado todas esas tomas de Vicente en primer plano trasero, mostrando su
espalda mientras caminaba. Me parece un recurso muy interesante. Mencionar
también la música, maravillosa, y esa elección de Franco Battiato como final.
José Mari y Aitor estuvieron fantásticos en el coloquio. Los espectadores
estaban muy motivados, y creo que ellos también.
Recomendaría ver la película en
euskera. Creo que a los personajes se les capta mejor cuando se expresan en su
lengua natural.. Y agradecer a Jesús, como siempre, su magnífica fotografía del evento.
Excelente crónica, Félix. Desconocía esta versión tuya. Yo no la he visto, pero parece una película, cuando menos, arriesgada. Como todo lo arriesgado, casi solo cabe éxito o batacazo, y, por lo que cuentas, parece que los Moriarti lo han bordado. Yo solo había visto de ellos Handia, y me parece suficiente garantía como para volver con algo otra vez distinto.
ResponderEliminarNo sé si estará entre mis prioridades, pero, al menos, la pongo en la lista.
Abrazo!