LA NOCHE MÁS CORTA 24-06-2024 CINES ZOCO


Ocurre desde que los conocí, en la primera sesión de cortos organizada por ellos que tuve el placer de ver, precisamente en este mismo cine, hace más o menos precisamente un año. A priori piensas, o más bien pensaba hasta que descubrí que no era así, que en la selección de Bea y José Luis jugaba un papel muy importante el azar, pero al verlos te das cuenta que no, que no es el azar, sino el criterio especial, mezcla de magia, peofesionalidad, amor y pasión de estos dos "aristócratas de lo sensible", lo que actúa siempre como hilo conductor, con un tema más o menos común y más o menos insinuado.

La de ayer se desarrolló de forma perfecta. La gente aplaudió cuando tenía que aplaudir (en la última sesión en los Verdi se escuchaban aplausos durante los títulos de crédito, algo que pone de los nervios a José Luis, y que ocurre a pesar de que él advierta desde el principio que se aplauda sólo durante los nueve segundos que hay entre corto y corto), la imagen y el sonido funcionaron muy bien, y la presentación nos dio unas pinceladas muy atrayentes de lo que íbamos a ver.

El primero fue "La gran obra", de Alex Lora, un director al que según nos dijo Bea le encanta el ajedrez, que ha planteado su corto con unos guiños bastante interesantes a esa afición. Así, tenemos a dos personajes blancos que en realidad son las negras, y a dos personajes negros que encarnan a las blancas. Alex consigue despertar a lo largo de su corto, de una manera ligeramente tramposa pero muy inteligente (miradas fugaces, silencios tensos, gestos a priori violentos que resultan inocentes...) a uno de nuestros peores fantasmas interiores: el de la desconfianza, en este caso mezclada con un cierto racismo estructural. El corto se desarrolla como una partida de ajedrez, con una alternancia de movimientos de blancos y negros enmarcados en una atmósfera cuya tensión, potenciada por los sonidos y la música, parece a punto de estallar a cada momento. La codicia, la bondad, el egoísmo, la estupidez, la inocencia, la honestidad, el sectarismo... Todas estas virtudes y defectos intervienen en una partida que nos mantiene en vilo desde el principio hasta el final. 

El segundo fue "Cafuné", de Carlos F de Vigo y Lorena Ares, un maravilloso corto de animación en el que se consigue la transmutación del horror en belleza a través de los ojos de una niña. La expresión de los personajes, en los que se ha empleado una técnica que evoca al manga pero con muchísima más sensibilidad, la música de Miguel Salas, los contundentes flashbacks al momento del horror desde una situación idílica, nos meten de lleno en una historia de amor y de compromiso con la humanidad.

El tercero fue "La compañía", de José María Flores. Si no os importa, de este prefiero hablar al final.


El cuarto se titula "No es fácil ser Gorka Otxoa", de Teresa Bellón y César F Calvillo. ¿Qué decir de Gorka Otxoa? Para mí siempre será el protagonista de "Pagafantas", con aquella María Asquerino que le escupía en tono Bernarda Alba lo de "pagafantas" al pobre Gorka a la cara, y probablemente el mejor papel de Óscar Ladoire, el tío fotógrafo chapado a la antigua que tenía una cámara de "ocho megapichi". El Gorka de ayer, que se interpretaba a sí mismo, era exactamente igual que el personaje de aquella película, inocente, irónico, y resignado a todo lo que le pueda caer encima por parte de un admirador incondicional. Después de ver "La compañía", y a esto me refería al principio cuando decía que la selección de Bea y José Luis no procede tanto del azar como se podría pensar, la nota humorística de "No es fácil ser Gorka Otxoa" nos vino muy bien para aligerar la tensión.

El quinto y último corto, "Esto no es Noruega", de Alicia Albares y Paco Cavero, nos habla con cierto humor ácido de relaciones familiares, encuentros y desencuentros, ambiciones frustradas y reproches ancestrales, todo ello desarrollado en una playa del norte, con los protagonistas ataviados con trajes, vestidos y zapatos de ceremonia, un vendedor ambulante con todo tipo de bebidas alcohólicas, y un frisbee que aparece en los momentos más trascendentales como angel castigador. Una divertida historia en la que según nos reveló Bea, Alicia Albares se encarga de las partes serias del guión, y Paco Cavero de las cómicas, consiguiendo con su trabajo una mezcla perfecta y muy sugerente.

En la presentación, Bea nos dijo que José María Flores había rodado "La compañia" después de hacerse varias preguntas al sufrir una experiencia trascendental en su vida. Al principio no le di mucha importancia a ese dato, o para ser exacto, ninguna. Pero a medida que iba viendo el corto, metiéndome de lleno en lo que contaba, y permitiendo que estallara por completo en lo más sensible de mi línea de flotación, pude ver perfectamente las preguntas que se había hecho José María, y entendí el impacto que me estaba causando, porque esas mismas preguntas me las hice yo también en cierta ocasión. El corto surge del dolor, del sufrimiento, y no existe ninguna otra creación humana más potente, más impactante, que la que nace de ahí, de la más pura esencia del alma humana cuando esta se haya atormentada. Es admirable, y es algo que me remueve siempre las entrañas, que alguien pueda crear una sinfonía tan brutal a partir de su dolor. José María Flores lo ha hecho, con un plano secuencia increíble, que le ha valido el premio en el festival de Moscú. La interpretación magnífica de los dos protagonistas, la coreografía perfecta de los extras, el tempo, los movimientos de cámara, las lágrimas, la tensión, y esa canción que me dejó clavado en la silla, componen un poema que de alguna manera responde, y alivia mucho, la respuesta a esa pregunta que en un momento muy trascendental de su vida se hizo José María Flores. No fue el corto más votado de la velada (levanté los dos brazos, pero Bea me cazó rápidamente), pero sí el que personalmente más impactado me dejó, y con mucho. De las mejores historias que he visto en muchos años.

Es triste, y muy injusto, que nadie sepa que "La gran obra" ganó el festival de Sundance, y que "La compañía" obtuvo el primer premio en el festival de Moscú. Es triste, y muy injusto, que no se potencie más la creación y la difusión de los cortos en las salas de cine, porque a pesar de que muchos no quieran o no sepan verlo asi, el corto es cine, y cine con mayúsculas, como se encargaron de enseñarnos las cinco historias que vimos ayer.  Gracias a la iniciativa tan interesante como arriesgada de los cines Zoco (programar una sesión de cortos el día que juega la selección española es poco menos que un suicidio cultural), y sobre todo gracias al empeño y la pasión de Bea y José Luis, esos "aristócratas de lo sensible", espero que esa cultura del corto como espectáculo y como obra de arte vaya calando poco a poco en la conciencia del espectador.

 

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