EL JUEGO, DE PACO SEPÚLVEDA

Puede ser...

Quizá es que sí, que la película es buena.

El blanco y negro ayuda mucho, desde luego. Y la fotografía, soberbia, casi perfecta. Y esos encuadres tan poco usuales, en los que se les ve, a ella o a él, en un lateral, no centrados. Y el tempo, que a muchos les parecerá lento, pero que es perfecto si, como dijo después un espectador, "te metes de lleno en la película". Y la música de Villalobos, que emociona. Y los silencios, esos silencios tan profundos, tan elocuentes…

Son pequeños "caprichos" del director, Paco Sepúlveda, que tal como nos confesó después, en la charla, le parecieron la forma más personal de hacer la película, SU película, la más adecuada para contar lo que quería contar. Me pareció sincero cuando dijo que darle un tempo más rápido, o hacerla en color para que resultara más comercial, era algo que no le interesaba, porque no espera que la película atraiga a todo el mundo, sino sólo a los que les guste su manera de narrar, su manera de hacer, su manera de crear.

Puede ser...

El caso es que la historia tampoco es una cosa del otro mundo. Una pareja que acaba de romper, y se ve obligada a convivir por culpa del confinamiento. Encuentros, desencuentros, ilusiones que se rompen, miedos que limitan y tratan de limitar al otro, valentía, coraje, reflexiones intimistas, escenas inolvidables como la de la conversación en la ducha, escenas olvidables...

Entonces, ¿Cuál es la razón? ¿Por qué, cuando acaba la película, y se encienden las luces, te queda esa sensación de bienestar, de haber disfrutado, de estar viviendo un momento mágico? ¿Son esos aplausos que preceden la salida a la palestra del equipo técnico? ¿Son los movimientos del personal del Zoco preparando el escenario, los micrófonos, las luces, todo lo necesario para el coloquio? ¿Es la visión del director, del compositor y del productor, sentados en sus taburetes altos, dispuestos a ser inmolados por el público?

No, no es nada de eso en concreto. Lo es todo, en conjunto.

Los asistentes a los eventos del Zoco no somos tontos. Ya tenemos callo. Sabemos lo que nos espera. Si se nos ha quedado algún punto oscuro al ver la película, ha llegado el momento de que nos lo expliquen, de que nos lo aclaren.  Una amiga, buena aficionada al cine, y que también estuvo en este encuentro, me dio la clave. "Hay veces que no me gusta la película, pero después, en el coloquio, cuando me revelan aspectos de ella que no percibes como espectador, me parece más interesante".

Siempre hay un momento que me encanta, y es el inicio del coloquio. Los creadores de la película observan al público de la sala, quiero pensar que con curiosidad, pero creo que también con algo de miedo, o cuando menos, respeto. Supongo que los que han venido más veces ya sabrán cómo se desarrolla el encuentro, pero esta es la primera película de Sepúlveda, y seguro que es la primera vez que viene al Zoco. Los tres están aparentemente tranquilos, pero expectantes. Es el momento del silencio, de un silencio que casi hace daño, de un silencio que me recuerda a cuando el director de una película dice "Acción", y empieza el rodaje.

Acción... Y empieza la magia.

Primera pregunta. El hielo se rompe. El silencio se disipa. El director nos cuenta sus motivaciones para hacer la película. A medida que habla se va relajando, nos vamos relajando. Cada intervención de cada espectador está precedida casi siempre de las palabras "ante todo quiero felicitaros, porque me ha encantado...", algo que no deja de ser un reconocimiento sincero a lo que acabamos de ver, y ellos, y eso se nota a medida que va avanzando el coloquio, valoran esas palabras, y las agradecen siempre.

Vamos cogiendo confianza, tanto ellos como nosotros. El productor nos dice que el gran artífice de todo esto es Paco, que ellos se limitan a tocar en la orquesta que él dirige. Villalobos nos explica la forma en que se hacen actualmente las bandas sonoras. Nos hablan de los actores, de las localizaciones, de sus proyectos pasados y futuros, de sus ilusiones, de sus miedos, y hasta de temas tan intimistas como lo que para ellos significa la muerte. Es coloquio, es charla, y también es debate, como cuando Paco nos dice que “probablemente hubiera gustado más un final feliz”, y muchos espectadores le corregimos opinando que el final es feliz. Es un final maravilloso para unos, triste para otros, en función de la educación, de los prejuicios y de la trayectoria vital de cada uno, que da mucho que pensar sobre las prioridades, y puede que incluso, viendo la película, alguien analice esas prioridades y las cambie. Esa es la fuerza que en ocasiones tiene el cine.

Puede que sea la película. Puede que sea el coloquio. O puede, y eso es lo más probable, que sea la combinación de las dos cosas. Es lo que dice mi amiga, el coloquio hace que la película te parezca más interesante. Tan sencillo como eso, tan grande como eso. Es ese intercambio en el que el director nos aporta su visión, y los espectadores le aportamos la nuestra. Es ese "Evento" cinematográfico que me atrevo a afirmar que hoy en día sólo se programa en los cines Zoco de Majadahonda. Un encuentro, un evento, que engancha al aficionado desde el primer momento, organizado por personas comprometidas con la cultura, con el cine, con la literatura, a las que hay que agradecer su entrega, su profesionalidad y su dedicación, pero sobre todo, su ilusión, su pasión por lo que hacen. Una ilusión, una pasión, que saben transmitir perfectamente a un público que lo que busca, y sabe de sobra que lo va a encontrar aquí, es precisamente eso, sentirse apasionado e ilusionado cada vez que viene al cine. Resulta muy agradable ver a Jesús haciendo las fotografías del encuentro, moviéndose de lado a lado para buscar el mejor encuadre, o la coreografía de las señoras que le pasan el micrófono a los espectadores que levantan el brazo para hacer una pregunta o compartir sus impresiones. Enriquece escuchar al director del Zoco hablando de próximas iniciativas, como ese ciclo de cine y literatura que tanto promete.

Es la película, y es el coloquio, pero por encima de ambos, es el encuentro entre personas que aman profundamente el cine. 


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